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Las tres raíces de un Proyecto Popular de Nación

Las tres raíces de un Proyecto Popular de Nación

Bases doctrinarias de la Agrupación Municipal Patria Grande (La Plata, abril de 2013)

¿Cuál es nuestra Patria Grande?

La entendemos en tres sentidos complementarios.

La Patria Grande es Argentina, esa extensión de tierra que va de las heladas estepas del sur a las selvas y cataratas del noreste y a la puna del noroeste. Amamos ese territorio y nos sentimos parte de esos cuarenta millones de personas que construimos sobre él una sociedad, una cultura, una historia.

Pero también entendemos, como nos enseñaron San Martín, Bolívar y el Che, a Latinoamérica como Nuestra Patria. Estrechos lazos sociales, culturales, lingüísticos, religiosos, así lo demuestran. Y, especialmente, una historia común de opresión y lucha por la liberación.

Finalmente, también extendemos Nuestra Patria a todos/as aquellos/as en el mundo que luchan por un futuro mejor, por la libertad y la igualdad, por la emancipación de los pueblos y los trabajadores.

Por todo eso nos reivindicamos patriotas, por entendernos argentinos/as, latinoamericanos/as e internacionalistas.

“Ellos quieren patria”[1]:

Las tres raíces de un Proyecto Popular de Nación

Como decía el comandante Hugo Chávez, el pasado constituye al presente. Esto es especialmente cierto en nuestros países latinoamericanos. En ellos, las tareas inconclusas  del pasado (¡la mayoría de las veces abortadas por la violencia!) laten en el presente como realidad indigna, de opresión, de miseria, de dependencia.

Desde la época de la conquista y la resistencia indígena ha habido proyectos de sociedad en pugna. Pero es a partir de que las colonias inician la Independencia de la metrópolis española y deciden comenzar un proceso de autogobierno, que esos proyectos pasan a ser PROYECTOS DE NACIÓN. En ese momento de gestación ya se opone un proyecto de país inclusivo, popular, de mayorías, versus un proyecto de nación excluyente, oligárquico, de pocos.

No es casualidad que los mejores hombres y mujeres, los más coherentes con la causa independentista y los que más arriesgaron sus vidas, se ubiquen entre los defensores del primer proyecto. Eso es porque supieron reconocer que la tarea de construir una PATRIA no podía realizarse por fuera de quiénes habitan esa tierra, de quienes son sus constructores: las masas populares.

En ese contexto de gestación de nuestro país se expresaron tres ideas-fuerza del proyecto popular de nación que quedó abortado por las fuerzas oligárquicas aliadas con potencias extranjeras. Se trata de ideas-fuerza en lo político, en lo económico y lo social.

Esas ideas-fuerza marcaron la vida política de las masas populares durante estos dos siglos de lucha por la liberación. No se trata de que tengan vigencia como IDEAS concretas de gobierno (propias de su época), pero siguen significando FUERZAS que en nuestra historia reaparecen cada vez que nuestro pueblo aspira a tomar su destino en sus manos. Esas tres ideas-fuerza son para nosotros las RAÍCES que nutren el proyecto de una PATRIA PARA TODOS Y TODAS.

Nos referimos a:

  1. RAÍZ SANMARTINIANA: creemos que la figura del correntino José de San Martín personifica la idea-fuerza de la SOBERANÍA POLÍTICA en su forma más acabada. Recuperamos su visión en tres sentidos:
    1. El rechazo de toda intromisión de potencias extranjeras en el devenir de nuestras naciones
    1. La concepción de Hispanoamérica como unidad política, coincidente con la noción de Patria Grande de Simón Bolívar.
    1. Una consolidada visión de que la nación la constituían las masas populares (negras, mestizas, gauchas, criollas, etc.) y que a esas masas correspondía ejercer la soberanía política.
    1. Otros hombres y mujeres que en ese momento personifican especialmente esta idea-fuerza son el salteño Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy y otros líderes de insurrecciones del Alto Perú, el chileno Manuel Rodríguez, el porteño Manuel Dorrego, etc.
  • RAÍZ MORENISTA: en la figura de Mariano Moreno encontramos la expresión de la búsqueda de un camino de INDEPENDENCIA ECONÓMICA. Moreno era consciente que no era posible consolidar un proceso de soberanía política sin asumir al mismo tiempo un programa económico que garantice las condiciones materiales necesarias. La independencia económica entendida como:
    • Generación de un mercado interno, tanto en términos de consumo de masas como de producción local (proteccionismo económico).
    • Intervención activa del Estado en la economía, ocupando el lugar de una burguesía nacional inexistente en nuestras latitudes. Para ello preveía poderosos instrumentos de política interna y planificación económica.
    • Posesión estatal de las áreas estratégicas de la economía. Especialmente aborda la fuente principal de riqueza de ese momento, la minería altoperuana, que debía ser estatizada.
    • Plena conciencia de que la riqueza en pocas manos afecta al desenvolvimiento del país (“Las fortunas agigantadas en pocos individuos […] no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad…”). Para ello plantea expropiaciones y un sistema impositivo progresivo (más impuestos a mayor riqueza).
    • Otros hombres y mujeres que en ese momento personifican especialmente esta idea-fuerza son el general Manuel Belgrano, el tucumano Bernardo de Monteagudo y los miembros de la Sociedad Patriótica, el porteño Manuel Alberti, etc..
  • RAÍZ ARTIGUISTA: la vida y obra del oriental José Gervasio Artigas, Protector de los Pueblos Libres, reflejan las ideas más avanzadas para la época acerca de la JUSTICIA SOCIAL. Soberanía política e independencia económica requieren para su realización de una amplia base de conquistas y derechos sociales, económicos, políticos, que constituyen al pueblo como sujeto de la soberanía y actor económico privilegiado. Se destacan:
    • La primera reforma agraria de América Latina: expropiaba las tierras y las repartía entre los que la trabajaban “con la prevención que los más infelices sean los más privilegiados” (huérfanos, viudas, esclavos libres). Y limitaba las extensiones de propiedad para evitar la formación de latifundios.
    • Organización del Estado según principio republicano y federal, combinado con una democracia participativa y protagónica. Autodeterminación de las masas populares a través de los “fogones” (asambleas). Estos eran continuidad de formas de organización comunales guaraníes que se mezclaban con el comunismo cristiano jesuítico.
    • Liberación inmediata de los esclavos negros y pleno reconocimiento de los derechos de los indígenas, “pues, deben acabarse los privilegios que nacen de la cuna”.
    • Concepción amplia de derechos y libertades, por ej., la promoción de “la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”.
    • Centralidad de la educación de masas (en 1815 el santo y seña de las tropas artiguistas era “sean los orientales tan ilustrados como valientes”).
    • Otros hombres y mujeres que en ese momento personifican especialmente esta idea-fuerza son el porteño Juan José Castelli, el misionero guaraní Andrés Guazurary (Andresito), el esclavo liberto Joaquín Lenzina (el “negro Ansina”), el paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia, etc.

Revolución y contrarrevolución

Estos hombres y mujeres de nuestra historia se identificaban como parte de un mismo proyecto político y social. San Martín y Artigas entablaron cordiales relaciones entre sí y con Simón Bolívar. Monteagudo, principal continuador de Moreno y mano derecha de San Martín en Perú, fue colaborador de Bolívar y redactor de la convocatoria al Congreso de Panamá de 1826 (la mayor apuesta bolivariana para la unificación de las ex colonias americanas). Sin dudas las bases comunes de ese Proyecto Político y Social eran la imperiosa necesidad de la Unidad Latinoamericana y la construcción de la Soberanía Popular apoyada en las masas patriotas (mestizas, indígenas, criollas, negras, etc.).

Pero también reconocían claramente a los enemigos en común: las burguesías de las capitales portuarias con intereses en el comercio con las potencias europeas, de las que resultaban aliadas. Esos intereses llevaron a que esas ciudades-puerto “tiraran para afuera” desmembrando la Patria Grande y hundiendo en la pobreza a las masas populares al abrir la economía a las importaciones industriales. Fragmentación y empobrecimiento que requirieron para su concreción del cierre de la participación política y del sometimiento militar (que daría lugar a crueles guerras civiles contra esas mismas masas populares que conquistaron la independencia de la metrópoli española). Rivadavia, Martín Rodríguez, y más adelante Mitre, serán algunos de los abanderados de este proyecto oligárquico y neocolonial de sociedad.   

Acertadamente San Martín refiere en 1830 a esta disputa entre dos proyectos políticos como “revolución y contrarrevolución”. El punto culminante de esta lucha lo constituye la Guerra de la Triple Alianza (o de la “Triple Infamia”) entre 1865 y 1870, en la que se comete un genocidio contra el pueblo paraguayo que se había animado a seguir un sendero endógeno de desarrollo con soberanía política, independencia económica y justicia social. Por esos mismos años la clase dominante en nuestro país termina la ocupación del territorio nacional, con la conquista de la Patagonia mapuche y el exterminio de las montoneras gauchas y calchaquíes de Chacho Peñaloza y Felipe Varela. El fin de las guerras civiles fue el triunfo del Estado-Nación Neocolonial, de un proyecto de país para pocos y que “mira para afuera”, para Europa (y más adelante, los Estados Unidos).

Recuperar entonces aquellas tres raíces -sanmartiniana, morenista, artiguista- como actitud de lucha, como espíritu, como posicionamiento frente a la necesidad de construir la Patria aún inconclusa. Tres ideas-fuerza que nos permitan ubicar claramente a los enemigos de la nación popular y las tareas porvenir: la conquista final de la soberanía política, la independencia económica y  la justicia social. Tres pilares que tienen lugar en la memoria de nuestro pueblo. A pesar de la desinformación, de la mentira organizada, del ataque a la educación, el pueblo argentino y latinoamericano sigue reconociendo entre esos héroes a los mejores hombres y mujeres de nuestra historia.

Nuestro camino a lo largo de dos siglos

Como vimos, ya en el origen de nuestro país se expresaron dos proyectos políticos y sociales. Sin embargo, concluida la etapa fundacional del Estado-Nación con el triunfo oligárquico, la tensión continuó y es posible observar toda la historia nacional como el resultado de proyectos de sociedad en disputa.

La clase dominante siempre ha querido mostrar que la nación son ellos, su historia, sus símbolos, su religión, su lengua; una visión funcional al mantenimiento de sus privilegios e intereses.

Las clases populares nos rebelamos contra esas imposiciones, por largos períodos lo hacemos solapadamente, pero a veces con grandes estallidos (como el 17 de octubre de 1945, 29 de mayo de 1969 o el 20 de diciembre de 2001). Son los momentos luminosos de nuestra historia, la historia de los y las de abajo.

Una, la primera, es la historia que nos contaron. La segunda, por el contrario, es la historia que vivimos. En esta última ubicamos nuestro camino.

Somos herederos/as de la resistencia indígena a la conquista europea, de los quilombos de los negros libertos, de las luchas independentistas de San Martín y Bolívar, de las montoneras federales, de las huelgas libertarias de la Patagonia Rebelde, del espíritu nacionalista de hombres como Mosconi e Yrigoyen, de las conquistas sociales de Perón y Evita, de la resistencia peronista y de la CGT de los Argentinos, del Cordobazo y la lucha revolucionaria de los ‘70s, de la teología de la liberación y del movimiento por los derechos humanos, en especial madres, abuelas e hijos de desaparecidos, de Alejandro Olmos y su denuncia de la deuda externa, de Germán Abdala y el grito de Burzaco que da origen a la CTA, de la resistencia al neoliberalismo y las privatizaciones, de las asambleas barriales del 2001, las fábricas recuperadas y el movimiento piquetero, y finalmente de la lucha contra el saqueo extractivista, contra la violencia de género y por salud, educación, cultura, trabajo digno, en nuestros días.

Hoy, que en la Patria Grande vuelve a moverse la historia, retomamos ese camino apoyándonos en las tres raíces para conquistar la segunda y definitiva Independencia.

Hoy, la Independencia nos conduce al Socialismo del siglo XXI. Porque hoy Patria es poner por delante la vida al lucro. El capitalismo voraz de nuestros días ya no solo produce miseria e infelicidad en los pueblos, sino que ni siquiera ofrece garantías de supervivencia a la especie humana. Por eso, hacer Patria hoy es oponer a la catástrofe social y ambiental, la felicidad y el buen vivir de todos y todas. Por eso, NOSOTROS/AS TAMBIÉN QUEREMOS PATRIA.

¿Por qué nuestros colores?

Los colores son fuertemente simbólicos, tienen historias y tradiciones, refieren a proyectos y a expectativas, remiten a idearios e imaginarios. Los colores ROJO y AZUL CELESTE tienen múltiples significados en la vida de nuestro pueblo argentino y latinoamericano. Nos interesa rescatar los siguientes significados:

  • Raíces históricas
  • Sentido federal
  • Proyección latinoamericana
  • Religiosidad popular

RAÍCES HISTÓRICAS:

  • Fueron los colores de las tropas montoneras de Güemes, las de la guerra gaucha que protegieron el Norte de nuestro país frente a las avanzadas realistas, actuando como retaguardia para la expedición libertadora de San Martín por los Andes.
  • Son los colores de la Bandera Federal creada por Artigas, quien fuera Protector de los Pueblos Libres y enarbolara el programa social más avanzado del siglo XIX en nuestro país. Luego fueron los colores de los caudillos federales entre los que destacamos al Chacho Peñaloza y a Felipe Varela.
  • Rojo fue el color que eligió el primer radicalismo a fines del siglo XIX, recuperando las luchas federales. Rojo y celeste aparecen también en el escudo peronista en referencia al federalismo y al primer radicalismo.
  • Son colores recuperados una y otra vez a lo largo del siglo XX por las luchas socialistas y obreras de nuestro país.

SENTIDO FEDERAL:

  • Ambos colores aparecen en las banderas de las provincias de Catamarca, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, San Juan, Santa Fe, Santiago del Estero, Córdoba y Buenos Aires. Uno de los dos colores aparece en las banderas de las restantes provincias.

PROYECCIÓN LATINOAMERICANA:

  • Uno u otro color aparecen en la bandera de TODOS los países de Latinoamérica.
  • Esos mismos colores aparecieron en movimientos de masas que generan nuestra admiración, como la Unidad Popular de Chile, el Movimiento 26 de Julio de Cuba o el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua.
  • Actualmente son los colores del proceso de cambio social más profundo que se vive en el mundo entero, nos referimos al proceso de Venezuela  y el Socialismo del Siglo XXI.

RELIGIOSIDAD POPULAR:

  • Son colores fundamentales en la religiosidad popular. Aparecen con fuerza en las representaciones del Gauchito Gil, la Difunta Correa y la Virgen María.

[1] Extracto del periódico conservador El Consabido Mártir, Lima, 17-10-1818, frente a los rumores de la llegada al Perú de la Expedición Libertadora de San Martín: “La voz común es ya entre los indios y demás gentes de guerra, que vienen a redimirlos y que ellos quieren patria.”.

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Last modified: 5 de noviembre de 2025

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