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200 años, la misma historia: ¡seguimos de pie!

200 años, la misma historia: ¡seguimos de pie!

El texto propone una lectura de la historia latinoamericana desde la perspectiva de las luchas populares. Plantea que, desde la independencia, se enfrentan dos proyectos de nación: uno popular, democrático y latinoamericanista, y otro oligárquico, dependiente y excluyente. Recupera la memoria de las resistencias —desde las luchas indígenas hasta las revoluciones del siglo XX y los movimientos sociales contemporáneos— como una historia propia de “los de abajo”, frente a la versión oficial impuesta por las clases dominantes. Reivindica la continuidad de esas luchas por soberanía, justicia y unidad latinoamericana, y afirma que hoy la tarea histórica es conquistar una nueva independencia mediante un proyecto de socialismo del siglo XXI que priorice la vida, la dignidad y el buen vivir frente al lucro capitalista.

Publicado en periódico Cambio, de la organización Patria Grande, en julio de 2014

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre  que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.” Rodolfo Walsh

Como decía el comandante Hugo Chávez, el pasado constituye al presente. Esto es especialmente cierto en nuestros países latinoamericanos. En ellos, las tareas inconclusas  del pasado (¡la mayoría de las veces abortadas por la violencia!) laten en el presente como realidad indigna, de opresión, de miseria, de dependencia.

Desde la época de la conquista y la resistencia indígena ha habido proyectos de sociedad en pugna. Pero es a partir de que las colonias inician la Independencia de la metrópolis española y deciden comenzar un proceso de autogobierno, que esos proyectos pasan a ser PROYECTOS DE NACIÓN. En ese momento de gestación ya se opone un proyecto de país inclusivo, popular, democrático, versus un proyecto de nación excluyente, oligárquico, de pocos.

Con la Batalla de Ayacucho en 1824 se cierra un ciclo y se abre otro: simboliza el fin del periodo colonial pero también de la hegemonía de las ideas revolucionarias, y el comienzo del neocolonialismo y el triunfo de los intereses conservadores. Consumada la fragmentación de la América Hispánica en pequeñas repúblicas, traccionadas hacia afuera a través de sus capitales portuarias y sus élites comerciales, despreciando a esa masa informe de hombres y mujeres del pueblo que conquistaron la independencia, así, mal paridas, nacen nuestras naciones. El fin del Virreinato colonial abre la lucha por proyectos de país, encarnados en fuerzas en pugna, centrípetas versus centrífugas, revolucionarias versus “reformistas” (que pronto se tornan conservadoras), que sintetizadas en el dilema Liberación o Dependencia dan la tonalidad a los dos siglos recientes de historia de Nuestra América.

No es casualidad que los mejores hombres y mujeres (San Martín, Moreno, Belgrano, Artigas, Juana Azurduy, etc.), lxs más coherentes con la causa independentista y lxs que más arriesgaron sus vidas, se ubiquen entre lxs defensores del proyecto popular de nación. Eso es porque supieron reconocer que la tarea de construir una PATRIA no podía realizarse por fuera de quiénes habitan esa tierra, de quienes son sus constructores: las masas populares. Veían que las bases comunes de ese Proyecto Político y Social eran la imperiosa necesidad de la Unidad Latinoamericana y la construcción de la Soberanía Popular apoyada en el pueblo patriótico (mestizxs, indígenas, criollxs, negrxs, etc.). Con palabras de hoy diríamos que lograron ver la identidad entre revolución nacional-democrática, cambio social y Patria Grande, tal como ocurrió con las Revoluciones Cubana y Bolivariana.

En esa tradición de lucha nos inscribimos como Izquierda Popular. Esa es nuestra historia. La clase dominante siempre ha querido mostrar que la nación son ellos, su historia, sus símbolos, su religión, su lengua; una visión funcional al mantenimiento de sus privilegios e intereses. Las clases populares nos rebelamos contra esas imposiciones, por largos períodos lo hacemos solapadamente, pero a veces con grandes estallidos (como el 17 de octubre de 1945, 29 de mayo de 1969 o el 20 de diciembre de 2001). Son los momentos luminosos de nuestra historia, la historia de los y las de abajo.

Una, la primera, es la historia que nos contaron. La segunda, por el contrario, es la historia que vivimos. En esta última ubicamos nuestro camino.

Somos herederos/as de la resistencia indígena a la conquista europea, de los quilombos de los negros libertos, de las luchas independentistas de San Martín y Bolívar, de las montoneras federales, de las huelgas libertarias de la Patagonia Rebelde, del espíritu nacionalista de hombres como Mosconi e Yrigoyen, de las conquistas sociales de Perón y Evita, de la resistencia peronista y de la CGT de los Argentinos, del Cordobazo y la lucha revolucionaria de los ‘70s, de la teología de la liberación y del movimiento por los derechos humanos, en especial madres, abuelas e hijos de desaparecidos, de Alejandro Olmos y su denuncia de la deuda externa, de Germán Abdala y el grito de Burzaco que da origen a la CTA, de la resistencia al neoliberalismo y las privatizaciones, de las asambleas barriales del 2001, las fábricas recuperadas y el movimiento piquetero, y finalmente de la lucha contra el saqueo extractivista, contra la violencia de género y por salud, educación, cultura, trabajo digno, en nuestros días.

Hoy, que en la Patria Grande vuelve a moverse la historia, retomamos ese camino  para conquistar la segunda y definitiva Independencia. Sabiendo que la Independencia solo es posible con el Socialismo del siglo XXI. El capitalismo voraz de nuestros días ya no solo produce miseria e infelicidad en los pueblos, sino que ni siquiera ofrece garantías de supervivencia a la especie humana. Por eso, hacer Patria hoy es oponer a la catástrofe social y ambiental, la felicidad y el buen vivir de todos y todas. Porque hoy Patria es poner por delante la vida al lucro. Por eso, NOSOTRXS QUEREMOS PATRIA.

Abasto (La Plata), julio de 2014

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Last modified: 5 de noviembre de 2025

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